Un resumen
Simposio “Paisaje, Agricultura y Mujer”
La Cartuja de Escaladei, Priorat, 9 y 10 de mayo del 2019
En un mundo globalizado, en el que la subsistencia de las identidades colectivas y la necesaria conexión e intercambio se afanan por convivir, existen modelos agrarios resilientes que, desde la tradición y la innovación, ponen de manifiesto la viabilidad de sistemas que se adecuan a la idiosincrasia de los territorios y procuran una vida digna a las personas que los habitan y los construyen día a día. Son modelos en los que la relación directa entre las personas y su entorno es ancestral, presente y viva, y donde el papel de la mujer tiene una importancia capital, tanto en la práctica cotidiana como en la transmisión de saberes.
A lo largo de dos días la Cartuja de Escaladei acogió cerca de doscientas personas que participaron en el primer Simposio Internacional “Paisaje, Agricultura y Mujer” y pudieron escuchar una quincena de ponencias vinculadas a los valores de los paisajes agrícolas respetuosos con la idiosincrasia del territorio, a modelos agrarios para paisajes resilientes y viables, a proyectos cooperativos agrarios que apoderan a las mujeres, a la idea de gobernanza que sugiere nuevas relaciones con los poderes políticos e institucionales en estos lugares...
El Simposio pretendía crear vínculos entre paisajes, iniciativas y proyectos de todo el mundo que trabajan para el reconocimiento de estos modelos agrícolas, su viabilidad y la salvaguarda del insustituible capital biocultural que representan.
Algunos de los grandes temas que han recorrido y marcado el simposio, así como las ideas y los proyectos transversales para afianzar unos valores y modelos para el futuro, son los siguientes:
1. Los valores de un paisaje. La agricultura de pequeña escala.
El Simposio se centró en el modelo agrario de pequeña escala, que implica una relación con la tierra continuada, artesana, minuciosa, coherente y fiel. La agricultura de pequeña escala es muy relevante en el mundo, aunque los grandes poderes económicos la consideren marginal y no rentable. Sin embargo, hay que tener en cuenta dos consideraciones expuestas: los paisajes agrícolas rurales (fruto de la interacción entre personas y naturaleza) son los más extensos de la tierra y, al mismo tiempo, siguen siendo el granero de la humanidad. Así pues, hoy en día son indispensables para la supervivencia, la salud y el bienestar.
Joan Reguant, coordinador de la candidatura del paisaje Priorat-Montsant-Siurana a Patrimonio Mundial de la UNESCO y presidente del Comité Nacional Andorrano del Icomos, destacó la importancia fundamental de la agricultura de pequeña escala, resaltando los valores intrínsecos que la conforman, entre los cuales son determinantes la actitud, el compromiso y la escala de valores que definen la relación entre la tierra y las comunidades que la cultivan. Es decir, aunque puedan compartir un contexto cultural determinado, los paisajes agrarios son diversos en función de la relación que se establezca con la tierra, hasta el punto de generar modelos agrarios completamente contradictorios.
2. Los valores del paisaje del Priorat
En el caso del Priorat, los doce años de trabajo de la candidatura a Patrimonio Mundial de la UNESCO han favorecido la autoestima y han permitido la anticipación a posibles problemas: los prioratinos han definido el futuro que quieren y han identificado las amenazas que se ciernen sobre su paisaje. Hoy el paisaje está en el centro del debate, en proyectos, en la planificación y también en las escuelas. Y esto es importante, porque la agricultura es la actividad principal de la comarca.
El Priorat tiene un modelo de paisaje agrario real, creíble y coherente, en tanto que es un modelo que no engaña: lo que se ve es lo que hay. Es un modelo con continuidad: del neolítico hasta hoy la actividad principal ha sido la agricultura. Es un mosaico de policultivo. Asimismo, es un paisaje nítido, que se puede leer perfectamente y que cuenta su historia. Un paisaje que ha sabido armonizar la tradición con la innovación y preservar los valores medioambientales, sociales y paisajísticos.
Su calidad paisajística excepcional le permite encarar los desafíos del futuro. Es un territorio que no tiene condicionantes severos porque ha preservado los valores fundamentales, así como una agricultura de pequeña escala y de producción artesanal que todavía está viva. Hoy en día el reto es seguir implantando un modelo de gestión que vele por que estos valores no se echen a perder. El paisaje agrario de pequeña escala debe continuar siendo el paisaje de futuro del Priorat, después de que haya habido una toma de conciencia del propio "nosotros".
3. Un nuevo modelo de gestión y nuevas formas de gobernanza
Un modelo de gestión transversal, donde estén representados todos los actores de forma horizontal, implica un nuevo concepto de gobernanza. Implica el aprendizaje de un nuevo reparto de papeles. La política clásica debe aprender a romper la jerarquía, a ceder poder a la ciudadanía.
En el caso del Priorat, gestionar un territorio diverso y grande como es el caso –en relación con otros bienes ya inscritos en la lista de patrimonio mundial o que aspiran al reconocimiento de la UNESCO– requiere la máxima participación de los vecinos del territorio, con el objetivo de atomizar los esfuerzos y repartir los compromisos. Esto conlleva sumar inteligencias, al tiempo que recursos humanos y materiales. Es necesaria la implicación a todos los niveles e implantar una gestión compleja, a la altura de las características del territorio que se quiere gestionar. La complejidad no debe verse como un hándicap, sino como una virtud. Los ponentes pusieron de manifiesto la necesidad de constituir un órgano estable, sólido y diverso –en el que encajen una amplia red de administraciones y la sociedad civil– imprescindible como motor de esta gobernanza continuada de un sistema complejo.
Estas nuevas formas de gobernanza que reclaman los nuevos tiempos también fueron reclamadas por Wendy Cruz, representante de Vía Campesina de Honduras. Cruz reivindicó procesos de gobernanza inclusivos, con una implicación social real, participación de las mujeres, información adecuada a la población y políticas públicas de desarrollo rural, soberanía alimentaria y equidad de género.
Ferran Mestres, dinamizador del Foro agrario, habló de este organismo de nueva creación, que forma parte del ente de gestión del paisaje agrario. El Foro agrario se concibe como una herramienta de nueva gobernanza, que se plantea objetivos y retos como el relevo agrario, la participación, el aprovechamiento y la optimización de las infraestructuras existentes, la sinergia entre las iniciativas ya puestas en marcha y el fomento de la economía colaborativa.
Todavía en el ámbito de la gobernanza, Mirene Beguiristain, doctora en economía de la Universidad del País Vasco, hizo hincapié en la necesidad de que la toma de decisiones sea democrática, en la participación pública y en el reequilibrio de las relaciones de poder. Entre los retos inminentes que planteó está el de la creación de un sistema alimentario en el espacio local con estructuras de participación real. Ante la necesidad de deconstruir las relaciones de poder y de construir nuevas alianzas, advirtió de la dificultad de incorporar a los diferentes actores que conviven en un espacio determinado y de la necesidad de redefinir los roles con el objetivo de generar modelos y decisiones de calidad (sin dar por hecho que el rol de las instituciones es inflexible). Beguiristain definió una buena gobernanza hoy en día como reflexiva, adaptativa y efectiva a muchos niveles.
Marina Vilaseca, socia fundadora de la cooperativa "L’Arada, Creativitat Social", destacó la importancia del trabajo en red con una gran diversidad de agentes locales, como "la base para la construcción de iniciativas con repercusiones sostenibles de transformación social". La participación real (o implicativa), así como la apropiación colectiva y compartida de los proyectos son clave para una gobernanza efectiva.
4. La agroecología
El concepto de agroecología estuvo muy presente en el simposio, partiendo de los problemas agrícolas actuales de Europa: el uso excesivo de insecticidas y pesticidas, el escaso presupuesto destinado a la agricultura y al cultivo agrario, una población con un problema ya grave de sobrepeso y obesidad...
En este sentido, Georges Felix, de Aroecology Europe, destacó que, hoy en día, la alimentación y la agricultura son dependientes de los mercados de productos básicos, productos químicos y petróleo, monocultivos y especialización, financiación global y materias primas baratas. En este contexto de crisis aparecen alternativas en el ámbito de la alimentación (del campesino al cocinero), que impulsan valores de dignidad, solidaridad, autonomía y justicia. Y es en estos valores en los que se fundamentan los principios de la agroecología y la soberanía alimentaria.
La agroecología afronta la perspectiva ecológica, socioeconómica y política de una manera integrada. Incorpora conceptos tales como la biodiversidad, el reciclaje de nutrientes, la resiliencia contra el cambio climático, la diversidad y las sinergias. Plantea un rediseño del paisaje para que no haya que importar productos de fuera, e impulsa las políticas públicas y los procesos de gobernanza horizontales. La agroecología conlleva un movimiento de campesinos y ciudadanos que luchan por unos sistemas alimentarios más sostenibles y establecen redes para aprender y crecer. Y la agroecología es un medio para lograr la soberanía alimentaria.
Desde esta perspectiva, la vitivinicultora Sara Pérez, afirmó que "la agroecología debe ser entendida como una manera de vivir, que pone al mismo nivel la responsabilidad medioambiental y la social, con lo cual debemos considerar prioritarias las necesidades y los mercados locales desde todos los puntos de vista, tanto productivos como laborales y comerciales".
5. El empoderamiento de la mujer en el mundo agrario
El simposio quiso dar visibilidad y voz a toda una serie de experiencias de todo el mundo en las que la mujer es el eje central del mundo agrario. Se hizo hincapié en el empoderamiento de las mujeres a partir de la actividad agraria, su labor en la transmisión de conocimientos, la gestión e independencia económica que le supone, la salud familiar que deriva de ello, el respeto medioambiental desde el que trabaja, etc.
Isabelle Anatole-Gabriel, responsable de la Unidad de Europa y América del Norte del Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO, expuso los nuevos valores que poco a poco van influyendo en la valoración de los paisajes culturales y agrícolas: por un lado, la sostenibilidad y, por otro, la igualdad de género. Varios estudios muestran que las mujeres del mundo agrario forman parte del colectivo de las personas más pobres del mundo: el 66% son pobres y casi el 20% se sitúan en la pobreza extrema. También se demuestra que la mujer invierte las ganancias que obtiene del su trabajo en salud y educación para la familia.
Sara Pérez también hizo hincapié en la perspectiva de género, al constatar que esta visión integral de la agroecología debe tener presente el rol de la mujer. Teniendo en cuenta que, en el mundo rural, tradicionalmente, el patrimonio y la tierra eran para los hijos varones, "la irrupción de las mujeres también puede representar nuevas maneras de hacer, sin ataduras, desde la libertad absoluta que tienen aquellos actores de quien no esperas nada".
Desde Cuba, Nídia Cabrera Huerta, administradora del Paisaje Cultural “Valle de Viñales”, recordó que en este territorio se lleva a cabo un trabajo para incorporar la igualdad de género en las cooperativas (donde persiste la masculinización de los cargos) mediante la formación. Al mismo tiempo, recordó que las mujeres en el ámbito rural todavía tienen una doble responsabilidad: la familiar y la laboral. También destacó otro aspecto cada vez más común en el mundo rural (sobre todo en el europeo): el proceso de envejecimiento de la mujer rural y la dificultad de relevo en las actividades agrarias, a partir del momento en el que las mujeres con estudios tienden a abandonar el campo.
Desde Marruecos, Amal el Hantati, presidenta de la cooperativa de mujeres del aceite de Argán, reivindicó la importancia de organizar y hacer visible el trabajo de las mujeres. En su caso, esto ha sido posible gracias al trabajo cooperativo. A la visibilidad de este trabajo, se ha sumado que las mujeres que se pueden ganar la vida son cada vez más y que, además, lo hacen capitalizando conocimientos tradicionales. Muchas de las mujeres que trabajan en el proyecto tienen estudios, pero no encontraban trabajo. La cooperativa ha sido la fórmula que les ha dado la posibilidad de tener un puesto de trabajo y de mejorar el estado socioeconómico de sus familias y de su entorno rural.
Todo ello, pues, apunta a que el empoderamiento de las mujeres rurales podría permitir mejorar la calidad de vida de las familias y de toda la comunidad, y así también el reconocimiento social de las mujeres y el logro de unos derechos básicos que, por el hecho de ser mujeres, en muchos países todavía no tienen garantizados. Son proyectos de acción local que buscan una manera de hacer distinta, desde los valores de la sostenibilidad, el respeto por el entorno, el compromiso social, la solidaridad...
En este sentido, fue en 2005 que 25 mujeres marroquíes crearon la cooperativa de mujeres del aceite de Argán, situada en un pueblo a 17 kilómetros de Essaouira, la ciudad más conocida de ese territorio. No les fue fácil, ya que los hombres se oponían a que la mujer trabajara fuera de casa, pero ellas perseveraron, fomentando valores sociales, culturales y ecológicos, y a partir de la buena gobernanza y el reparto por igual de los beneficios. Hoy son 70 mujeres las que conforman la cooperativa, la que permite una mejora socioeconómica de las cooperativistas –las cuales alcanzan un nuevo rol social y su empoderamiento– y evita que las mujeres abandonen el mundo rural. No hay éxodo rural en esta zona, explicaron las ponentes.
La asociación Vía Campesina es un movimiento internacional que coordina organizaciones campesinas, productores pequeños y medianos, mujeres rurales, comunidades indígenas... Wendy Cruz, de Vía Campesina en Honduras, reivindicó el papel de las mujeres como garantes de la alimentación de las familias y del cultivo de la tierra, además de realizar las tareas domésticas. Ahora bien, el trabajo de las mujeres rurales está invisibilizado, a pesar de que las mujeres en Honduras representan el 70% de la mano de obra en el campo y el 90% del suministro de alimentos en el hogar; entre el 70% y el 80% de mujeres son las responsables de la producción familiar y de la venta; el 80% de las mujeres participan en el almacenamiento y transporte de los productos agrarios; y el 90% de las mujeres realiza tareas de preparación de la tierra. A pesar de todos estos datos, no se las tiene en cuenta.
Las cooperativas Bi-Songo de Burkina Faso son cooperativas de mujeres que tienen por objetivo la conservación y la preservación de tierras, la transmisión de conocimientos bioculturales, el respeto medioambiental, la escolarización de los niños, la sanidad, la formación de jóvenes en el trabajo agrícola... Cultivan la manteca de Karité y otros productos. Hay 1.500 mujeres vinculadas al proyecto. Sus productos tienen el sello Bio y trabajan con los valores de la agroecología. Trabajan 37 hectáreas de bosque, las cuales están actualmente amenazadas por prácticas agresivas insostenibles (despojo de tierras, monocultivo, tratamientos químicos intensivos...).
"L’Arada, Creativitat Social", con sede y centro de operaciones en la comarca catalana del Solsonès, es una cooperativa de trabajo de iniciativa social especializada en la promoción local y comunitaria de zonas rurales y barrios desfavorecidos, desde una vertiente integral o desde ámbitos específicos (cultural, social, económico, ecológico). Partiendo de la necesidad de intervención, y con metodologías participativas, se desarrollan proyectos desde la diversidad social y mediante la creación de redes locales de colaboración. Algunos ejemplos son la promoción ocupacional de las mujeres en la oferta de servicios a las personas, la promoción turístico-cultural colectiva de un territorio, o la recuperación de la memoria popular como herramienta de intervención social y promoción cultural y económica. Esto permite que los proyectos se desarrollen siempre adaptados al territorio, a su identidad, realidades y voluntades.
6. Los bancos de tierras
El despoblamiento, el abandono de la tierra y la falta de relevo generacional en el campo son problemas comunes en el mundo rural. Para combatir estas dinámicas, los bancos de tierras se han convertido en una experiencia que ha tomado forma en diversos lugares, tanto en Cataluña como en España.
Es por ello que el simposio contó con la presencia de un par de experiencias de este tipo: O Banco de Terras de Galicia, fundado en 2007 y plenamente consolidado, y el Banco de Tierras del Priorat, que apenas ha empezado a andar. La diferencia esencial entre ambos radica, de entrada, en su impulso y gestión. Mientras que el Banco de Terras de Galicia es una herramienta de ámbito nacional creada por el gobierno gallego y dependiente de la Conselleria de Medio Rural de Galicia, el Banco de Tierras del Priorat es un proyecto de ámbito comarcal, que orgánicamente pertenece al Consejo Comarcal del Priorat.
Actualmente, el Banco de tierras de Galicia tiene unas 12.000 fincas, de las cuales unas 3.000 están arrendadas o en proceso de arrendamiento. La gran mayoría de las parcelas son de titularidad pública. La función principal del banco de tierras es la dinamización y la mediación entre las personas propietarias y aquellas que necesitan tierra, así como ofrecer garantías, confianza y seguridad en la gestión y el uso de las parcelas.
En el caso del Priorat, el banco de tierras se crea con el fin de convertirse en un servicio de dinamización y apoyo a la gestión del espacio agrario. Se está creando una base de datos de fincas susceptibles de ser aprovechadas y de personas que quieren recuperarlas, y se diseñan herramientas de acompañamiento para el sector agrario. Una iniciativa considerada fundamental en una comarca rural y envejecida, donde la continuidad de la explotación agrícola es esencial. El banco de tierras se convierte en una herramienta más en el sistema de gestión comarcal que, en el ámbito agrícola, trabaja de forma coordinada con el Foro agrario.
7. El Turismo, también sostenible
El tema de la gestión del turismo masivo también apareció en el simposio. La preocupación al respecto quedó claramente de manifiesto con la intervención de la ponente cubana, Nídia Cabrera Huerta, quien expuso que antes de ser declarado paisaje cultural agrícola del Patrimonio Mundial, el Valle de Viñales lo visitaban unos 30.000 turistas anualmente. Una vez declarado Patrimonio Mundial, cada año recibe 600.000.
La necesidad de gestionar estos flujos y de analizar la capacidad de carga de los diversos territorios fue una constante en el simposio. Los mensajes iban dirigidos a la necesidad de trabajar para evitar la presión que genera el turismo. Hay que apostar por la sostenibilidad en los territorios también en cuanto al turismo cultural, con lo cual la participación y la concienciación local acaban siendo determinantes en la gobernanza del turismo.
Roser Vernet, coordinadora de la Asociación Prioritat, insistió en una participación compartida, tanto en la identificación y el diagnóstico del problema, como en la toma de las decisiones correspondientes. En este sentido, en Cataluña, la Ley de los espacios agrarios que tramita el Parlamento podría ser una herramienta importante. La pregunta clave de fondo sería: ¿cómo conseguir que no se compre y venda el territorio, sino que se compartan sus valores con los que vienen de fuera?
Mercè Folch. Periodista
Toni Orensanz. Periodista
Montse Serra. Periodista